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Historias de recuperación

Todas las personas que llegan a Mooment Adicciones son especiales para nosotros porque reconocemos el valor que se necesita para cambiar el rumbo de sus vidas.  He aquí algunas extraordinarias historias de adicción y de cómo se sintieron algunas personas. Si te sientes identificado/a, no lo dudes, ponte en contacto con nosotros. Podemos explicarte lo que te está pasando y enseñarte a superarlo y a vivir mejor.

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Nuestros compañeros

Luís

Estirado en el sofá hacía elucubraciones con la cabeza embotada, yo no era alcohólico lo que pasa es que consumía un poco más que los demás.

Unos meses más tarde, en el mismo sofá, asumí con resignación mi alcoholismo, acabaría mis días así.

 Pasados unos meses uno de los pocos amigos que me quedaba era el sofá.

 

¿Pero cómo iba a dejarlo? ¿Cómo se hace? ¿por dónde se empieza?

 Es diferente consumir para sentirse bien que consumir para no sentirse mal cuando estás en este segundo estadio ya estás en el pozo y tu compañía es la depresión.

 Mi única esperanza era hacer un acto de fe en un tratamiento que, de forma pautada, me dirigiese y me enseñase a romper las cadenas.

 Con 59 años que te dirijan en lo más simple es de lo más frustrante. Hacer puzles y mándalas, jugar al parchís...todo eso era cosa de niños!

Aunque no lo entendiera, todo tenía una base científica.

Lo mío era fumar puros y beber wiski.

¡Que perdida de dignidad!

Una de mis preocupaciones era planear como sacar de casa las botellas vacías que se acumulaban en casa. Cuando ya no tenía escondites disponibles había llegado el momento de bajarlas al contenedor y la máxima vergüenza era el tintineo del cristal en las bolsas de basura y el ruido al tirarlas al contenedor.

 

Te explican que es una enfermedad crónica, degenerativa y mortal y que el final de una persona adicta que no se recupera es la cárcel, el psiquiátrico o la caja de pino. Me sonaba a regañina, pero la experiencia me ha demostrado que es real, he conocido a compañeros que han experimentado las tres situaciones.

 Cuando empiezas el tratamiento las gratificaciones llegan muy pronto. Levantarse a las 7 y ver salir el sol con la cabeza clara, ¡que gozada!

 

Hay que seguir hacia adelante, es una carrera de fondo. No debes cuestionarte demasiadas cosas. Cada dos meses yo me hacia una pregunta. Luis ¿estás mejor que hace dos meses? La respuesta siempre era la misma. SI.

 Segunda gratificación. Se puede vivir sin mentir, fingir y manipular. ¡Que descanso! Estaba tan acostumbrado a las pequeñas mentiras que incluso para cosas sin necesidad mis explicaciones eran oscuras, es difícil de entender, pero se había vuelto una forma normal de mal vivir.

 

Sentí que hubo un punto de inflexión cuando tuve la sensación de conciencia de enfermedad, algo que al principio suena muy abstracto y con el tiempo toma una forma más real.

Otro punto de inflexión básico para mí fue la renuncia total para siempre. Eso que al principio decimos con la boca pequeña para dejarnos una puertecita abierta. Hay un momento que lo decimos con convencimiento.

 

Actualmente miro a las personas de mi entorno y veo que vivo de una forma más sincera, saludable.

 

La verdad es que la palabra adicto suena fatal al principio, dada la estigmatización de la enfermedad la palabra adicto siempre la relacionaba con un yonki marginado por la sociedad cuando yo mismo era uno de ellos. Ahora la palabra “adicto recuperado” me suena a una persona con valores reforzados.

 

Hace 6 años que no consumo alcohol ni ninguna sustancia tóxica, pero me niego a decir que estoy abstinente con un montón de ansiedad y mordiéndome las uñas. Este tratamiento no sólo hace que no consumas, sino que es una escuela de vida, lo digo sinceramente, así como que se puede empezar con 18 o con 60 años.

 

Actualmente mantener el contacto con mis compañeros de adicción me permite estar vinculado a una forma de vida sana y, con amabilidad, mantenerme alerta con mi adicción.

 

 

 

 

 

Anónima

Cuando yo llegué al tratamiento estaba tan mal que mi familia pensaba que me iba a morir.
Mi doctora de cabecera no sabía que hacer conmigo así que hizo las gestiones necesarias para iniciar un tratamiento psiquiátrico.
Por suerte tuve la oportunidad de poder hacer este tratamiento.
A mí, seguir el tratamiento me ha salvado la vida. Suena a película, pero es tal cuál.
Aconsejaría el tratamiento sin dudarlo.
Al principio a veces tienes la sensación de que te limita tu forma de vivir, pero poco a poco te das cuenta de que es todo lo contrario, que te da la libertad que nunca has tenido.
Me mantengo sin consumir gracias al grupo de terapia, seguir unas pautas, aprender como funciono y sobre todo al apoyo incondicional de las/los terapeutas.
Por fin conoces gente como tú, que entiende perfectamente como te sientes.

Paco

Esta historia empieza en una habitación fría de un centro psiquiátrico.

Unas 10 horas antes me había intentado suicidar.

La desesperación que sentía era insoportable.

No quería vivir.

Ya no tenía nada, no quería nada.

 

Mi existencia se había convertido en una tortura en la que solo había angustia.

Angustia por saber que vivía una mentira.

Angustia por saber en que me había convertido.

Angustia por ver el sufrimiento que provocaba a mi familia.

Angustia por consumir y consumir y consumir...

Angustia por que cada vez era peor.

Cada vez el destrozo y la degradación personal eran peores.

 

Decidí que era mejor morirme, no veía otra salida.

 

No lo conseguí.

El sentimiento de fracaso, frustración y rechazo a mi mismo  al ver donde había acabado y como había destrozado mi vida y la de mi familia, fue insoportable durante los dos meses que estuve encerrado.

 

Sesenta días después, mi familia como última oportunidad, me ingresa en un centro.

Allí encuentro a María Jesús y cambia mi vida.

La primera vez que habló conmigo, yo estaba llorando y sudando sin parar. El síndrome de abstinencia era horroroso.

Nunca me olvidaré de lo que me dijo:

 

“Tu lo has pasado muy mal tomando drogas, ¿no? Si haces todo lo que yo te diga, nunca más vas a consumir.”

 

Nueve años después, escribo esto con una sonrisa.

Son las 11 de la mañana y estoy en mi despacho.

Me he levantado a las 6.

Después de correr 10 Km, he despertado a mi mujer para darle el desayuno a nuestro hijo. Me casé hacer tres años y tengo un niño de 7 meses.

Mi madre ya no está conmigo, pero durante casi 9 años volvió a disfrutar de su hijo, el de verdad. El que la cuidó y acompañó durante tres años de enfermedad.

Mi padre cuenta con el apoyo y amor incondicional de su hijo.

Mis hermanas por fin tienen un hermano mayor.

Y lo más importante: Yo me tengo a mí mismo. Yo cuido de mí.

 

Nueve años después soy feliz.

Víctor

Soy Víctor y quiero darte mi experiencia sobre el tratamiento que estoy haciendo.
Tengo 45 años y, cansado de intentar dejar las drogas y el alcohol haciendo parones, visitas con psicólogos , malviviendo durante muchos años y destrozando mi vida y la de mis allegados... Inicié este tratamiento.

No puedo decir nada más que gracias !!!
Gracias a todos...

En primer lugar a mi mujer , que fue la que me empujó a entrar.  También a mi terapeuta María Jesús que fue un ángel en los primeros
momentos, donde no veía la salida y también a mi grupo, que tantas veces me ha ayudado en los momentos duros.


Después de 3 años y medio de tratamiento mi vida ha dado un giro de 180 grados.

Las cosas más importantes son:

-Que se puede vivir sin tomar y ( ser feliz ) algo que en activo no había experimentado en muchos años

Al principio es duro , pero la recompensa es infinita.
Animo a todo el que esté perdido y cansado de esta vida en activo a que se de una oportunidad y cambie para siempre.

 

Sonia

Cuando entre en el tratamiento  y lo primero que se me dijo es que yo consumía drogas porque  tenía una enfermedad que se llamaba adicción, dejé de sentir culpa por haber perdido el control y la dignidad tantos años y hacer sufrir tanto a mi pareja y familia.

 

No  había sido yo la responsable si no mi enfermedad.

A partir de aquí se me abrió un mundo nuevo al saber que había tratamiento para esta enfermedad  y que yo era la única responsable de hacer el tratamiento si quería dejar de consumir para siempre.

Este tratamiento me ha salvado la vida porque yo venía de haber hecho otros tratamientos que, con el tiempo no me servían y volvía a recaer .

 

Es  un tratamiento muy práctico y te ofrece herramientas muy sencillas que puedes usar para toda la vida.

Y a diferencia de la mayoría de tratamientos tienes soporte y terapias de grupo, nuestra medicina de por vida... lleves el tiempo que lleves  sin consumir .

Lo mejor que me ha dado y da este tratamiento es enseñarme a ser feliz y mejor persona  cada día sin consumir drogas.

 

Mari P.

Hola soy Mari, llevo 13 años sin consumir.

Mi vida antes de entrar en un centro era caótica, oscura y de sufrimiento constante. 

No tenía dignidad, me daba igual todo y todos.

Incluso mi familia dejó de importarme, solo pensaba en consumir...

 

Cuando ya lo había perdido todo solo me quedó pedir ayuda, así que mis padres me ingresaron en un centro.

Animo a la gente que tiene problemas con las drogas a ponerse en tratamiento ya que te salvan la vida!!!

 A mi me la salvaron!!

Para mi tiene mucha importancia el control de impulsos.

Hay que pensar las cosas antes de actuar, ya que podemos llegar a hacer cosas de las que luego nos podemos arrepentir. 

Después de tantos años mi vida sin consumir se mantiene gracias al apoyo de mis compañeros y mi terapeuta, María Jesús, que a pesar del tiempo, cada vez que he de tomar alguna decisión son los que me ayudan.

Una buena terapia sin duda te hace ver las cosas de otra manera. 

 

Mila B.

Malestar, depresión, dejadez... Es todo lo qué conlleva el consumo constante y continuo de alcohol.

 No me quedó otro camino que ponerme en manos de quien ahora estoy.

Mi vida cambio drásticamente.

Con lo bueno y lo malo que la vida en sí misma tiene, pero sin TOMAR se vive de una manera completamente diferente.

 

Carlos

Salvar la vida, VIDA con mayúsculas!!

 

El testimonio de un adicto a las drogas en el tiempo de consumo es siempre desgarrador, mucho más si se recuerda en la distancia. 

Recordarlo no es nada agradable porque significa revivir la angustia de una vida totalmente desestructurada.

Recuerdo sentir la necesidad de encontrar un salida a todo ese caos de consumo y desesperación, pero la salida jamás llegaba, al contrario, cada vez más angustia y decepción ante la vida, hasta el extremo de sentir que me daba igual estar vivo o muerto, a la vez que sufrir constantemente sin rumbo ni esperanza.

 

Hablo de vida porque para mí la recuperación era eso, recuperar una vida que sentía no haber vivido jamás. La adicción es una enfermedad que anula cualquier desarrollo natural en nosotros, la adicción a las drogas condiciona nuestro desarrollo psicológico y emocional hasta el extremo de dirigirlo, cada vez más, a una dependencia irrecuperable. 

 

En mi entorno viví una recuperación muy dura de un trastorno de alimentación y de allí aprendí que determinadas enfermedades requieren un proceso muy profundo y duradero de tratamiento, con pautas estrictas y terapias grupales, solo así podía funcionar. De ese mismo entorno me plantearon el tratamiento para la adicción y allí acabé, con la convicción de que ese paso iba a ser determinante para salvar mi vida, VIDA con mayúsculas.

 

La recuperación no es un camino de rosas porque las ganas de consumo aparecen, a veces directas y en ocasiones indirectas, pero compartir las terapias con gente que llevaba 4 o 5 años sin consumir, y para mi más importante, que transmitían en sus exposiciones como habían transformado su vida era lo que de verdad me daba esperanza a sobrellevar cualquier dificultad que apareciera en mi recuperación. Poco a poco las ganas de consumir y la angustia se fueron disipando hasta transformar una vida que yo elegí y decido, día a día, después de 16 años, 16 años que han servido para afrontar todos mis miedos pasados y retos futuros, 16 años que con mayor o menor intensidad me he mantenido vinculado a las personas que me ayudaron a vivir, para acompañar a aquellos que empezaron después que yo o para compartir cualquier etapa difícil en mi vida.

 

Animo a todos aquellos que han sentido perder su vida en la adicción a que confíen en un tratamiento que no solo le ayudará a dejar las drogas, sino además, a encontrar una vida por descubrir, una VIDA con mayúsculas.

 

Adrià

Cuando uno entra en tratamiento es que ha tocado fondo. En todos los sentidos... físico, psíquico, moral, económico, en lo personal, en lo social, familiar... o al menos en mi caso estaba totalmente desahuciado.

Me sentía en manos de la droga y esta hacía lo que quería conmigo, vivía para consumir y consumía para vivir.

En un primer momento escapar de todo, sobre todo en el inicio del ingreso, poco a poco uno va tomando consciencia de la realidad, de la enfermedad, recuperas el físico, la cabeza se va poniendo en su sitio y se calma todo. Empiezan los cambios, hábitos, alimentación, entorno social... básicamente todo lo que no es esencial y empiezas a vivir.

 

A mi me dieron muchos consejos para dejar las drogas, todos buenos y ninguno me funcionó. Haría todo lo posible para que entrara en tratamiento.

Cuando alguien tiene problemas con las drogas lo sabe, lo tiene claro, quiere salir de ello pero no puede y realmente, si en activo le explicas el tratamiento, posiblemente no aceptaría entrar en él, sobre todo si le dices que nunca más volverá a consumir en su vida... al menos yo no hubiera aceptado, pero doy gracias a que me llevaran "voluntario obligado", fue la mejor decisión que tomó mi familia y de rebote yo mismo.

Para poder seguir adelante en el tratamiento debes controlar las ganas de consumir y modificar todo aquello que te lleve a tenerlas. El impulso de un adicto es consumir, controlar los impulsos que te llevan a consumir es el éxito del tratamiento. Poco a poco los impulsos pierden su fuerza y uno va incorporando a su vida aspectos aparcados hasta que se llega a la normalidad, exceptuando la de consumir cualquier tóxico.

Después de 21 años sin consumir, he pasado por muchas etapas de mi vida, pero siempre he tenido claro que sigo siendo adicto y que lo seré siempre.

Voy a terapia siempre que puedo y me sigo protegiendo en lo que considero oportuno y así seguirá siendo hasta el último día de mi vida.

Ser consciente de tu enfermedad y no olvidarlo nunca, esa es la base. Seguir el tratamiento, las terapias son importantísimas, el seguimiento de los profesionales y el apoyo de los y las compañeras de tratamiento, los veteranos en el inicio y los "novatos" después te mantienen alerta para seguir adelante.

 

Ángela

 

Antes del tratamiento me sentía perdida, con miedos, con remordimientos, sufría antes, durante y después de consumir. Mi comportamiento dejaba mucho que desear; mentía, robaba, en fin nada para sentirme orgullosa de mi misma.

Definitivamente me resultaba imposible llevar una vida digna, además del padecimiento de la familia.
A veces me preguntaba: ¿para esto nací yo?

También intuía de que necesitaba ayuda, pues yo solo conseguía auto-destruirme.
Cuando me dijeron que existía un tratamiento para mi enfermedad, me llené de esperanza, solamente tenía que ponerme en sus manos confiando en mí mejoría.

El tratamiento es un proceso donde aprendo a vivir sin tomar, donde encuentro terapeutas y compañeros que llevan recuperados muchos años en los cuales puedo apoyarme, emulando sus hábitos sanos y sus buenas actitudes.
Un factor muy importante en mi aprendizaje es practicar el control de impulsos, ya que carezco de voluntad debido al consumo de drogas.
Entrar en recuperación es lo mejor que he hecho en mi vida.

Me cuido, me aprecio, tengo un proyecto maravilloso que es el vivir y ser feliz.

Mi objetivo es mantenerme sobria para lograrlo tengo que seguir mis pautas rigurosamente sin apartarme lo más mínimo de lo previsto.
Si alguien tiene problemas con el consumo de drogas y no tiene ningún control en su vida, les diría que hay una solución, les pediría, es más les rogaría que se pongan en tratamiento es la única manera de no volver a consumir.

 

Enrique

 

Hoy hace 3 años que tomé la mejor decisión que he tomado en mi vida.

Ayudado (empujado) por mis dos ángeles de la guarda cogí el coche sin saber muy bien adonde iba.

Hice el  viaje más inteligente y provechoso que hasta entonces había hecho nunca y que probablemente  nunca haré.  

Me acordaré siempre que a mitad de camino llamé a los ángeles para comunicarles mi decisión y  hacia donde me dirigía y tuvimos una de esas conversaciones que se te quedan grabadas a  fuego.

 

“Continúa, no pares, es lo mejor que has hecho en tu vida, eres un valiente, te  queremos…”.

 

No puedo evitar que se me caigan las lágrimas al recordarlo. Y entre emociones, incertidumbres y pensamientos dispares, llegué. Sin pensarlo mucho entré y dije:  “Hola, soy Enrique, y vengo a ingresarme”... y ahí empezó todo.  

Entonces aterrizas, te das un baño de realidad. Te das cuenta de la clase de “monstruo” en la que  te has convertido y escuchas hablar a personas que están en la misma situación que tú, jodidos  muy jodidos, pero que tienen la misma suerte que tú; tienen una familia y unos amigos que han estado ahí, con más paciencia que un santo, para acompañarte y cuidarte mientras  tú los maltratabas y veían como destruías tu vida.

Te vas dando cuenta de que eres un verdadero  privilegiado; que a esas personas no todo el mundo las tiene y tú, sí.

Y vas viendo a compañeros  “veteranos” que dicen que disfrutan de lo que hacen, que la vida sin tóxico es muy bonita, pero tú  todavía no tienes la capacidad de dejarte llevar y tener esa “fe ciega” que te piden y a veces haces que  lo fácil no lo sea tanto.

Después te arrepientes, pero en la vida no todo es de color de rosa y en un  proceso tan complejo y delicado como éste, menos.  

En estos tres años que llevamos recorridos ha habido días de todo, más que nada porque la  cabecita cuesta muchísimo tiempo que se ponga en su sitio (aún no se ha puesto del todo). Ha  habido días buenos y no tan buenos, para mi y para vosotros. Espero y deseo que cada vez vayan  siendo mejores que ya os lo vais mereciendo. Aunque una cosa clara sí tengo; el peor día de  ahora es cien veces mejor que el mejor de los de antes. Y eso que hay días que ni sabes qué  pintas tú aquí.  

Cuando llegas al centro y te explican que es un tratamiento que dura de 2 a 5 años, por la cabeza se te  pasa de todo.

 

“Esto es una secta, están locos, vaya chalados, yo no estoy tan jodido…”.

 

Pero a  día de hoy, con un poco más de capacidad de entendimiento, soy consciente de que es necesario  todo ese tiempo, ya que venimos de donde venimos y hay mucho trabajo para reconducir nuestro  cerebro, conseguir que seamos “personas” de nuevo, recuperar sentimientos perdidos y  olvidarnos de aquello que estaba destruyendo nuestra vida y la de nuestros seres queridos, que  no es poco.  

He tenido la suerte de conocer a grandes compañeros y maravillosos profesionales que a día de  hoy siguen ayudándonos en mi recuperación, y que sin ellos y sin VOSOTROS todo esto no  estaría siendo posible.

Nunca podré estar lo suficientemente agradecido por todo lo que me  queréis, cuidado y la paciencia que tenéis conmigo.  

A día de hoy deciros que creo que hemos avanzado en algunas cosas, que tengo que trabajar  duro en muchas otras, que seguro que no será todo de color de rosa, pero que la línea será  ascendente.  

Que estoy super orgulloso de vosotros y que p’alante - para atrás ni para coger impulso - y como  dice Rafa Nadal “llevamos muchos esfuerzos, pero uno más siempre valdrá la pena” por vernos  felices a todos.  

Gracias. 

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